lunes, 10 de mayo de 2004

¿Por qué los niños japoneses superan a los chilenos?

Por Ernesto Schiefelbein, ex ministro de Educación y profesor visitante de la Universidad de Hiroshima.-


Las brechas en los puntajes de los niños de Japón y Chile en Timss o Pisa se asocian con las diferencias en el calendario escolar, uso de vacaciones, desarrollo profesional y remuneraciones del maestro y apoyo de la familia. Aunque las diferencias son enormes, ayudan a reflexionar sobre nuestra educación.

Los alumnos y maestros cumplen cada año unos 40 días de clases más que en Chile y trabajan en vacaciones. El año escolar está dividido en tres períodos y termina en primavera (marzo). Luego de dos semanas de vacaciones, el primer período comienza en abril y termina en verano (julio) con seis semanas de vacaciones. El segundo termina en invierno (diciembre) con dos semanas de vacaciones para Año Nuevo. El trabajo del maestro invade su tiempo libre: suelen trabajar la mitad de los 50 a 60 días de descanso, realizan muchas actividades fuera de la sala de clases y también fuera de la jornada diaria.

Durante la mitad de las vacaciones de verano los maestros dan instrucción en natación y en las otras vacaciones participan en reuniones administrativas y de desarrollo curricular. Antes de cada vacación el estudiante japonés prepara el calendario -hora por hora- de las actividades que hará (ver TV, leer, horas para levantarse, acostarse, tiempo para el estudio y el jugego) y su profesor lo lee, comenta y le da tareas. Luego conversan sobre los fundamentos del programa. Padres, alumno y profesor firman un "contrato" que describe las actividades diarias que realizará el niño. Además de las clases de natación, también hay días en que alumnos y maestros asisten a la escuela. Entonces el maestro revisa las tareas, evalúa el avance de los proyectos (pueden ser personales o en grupo, tokohan guiado por un alumno de sexto grado, y consiste en la limpieza del vecindario) y, en especial, conversa con el alumno sobre lo que hacen. El alumno de sexto grado que espera llegar a la universidad asiste a las sesiones de verano de una juku o academia de preparación para los exámenes de ingreso a la secundaria (similar a un preuniversitario).

El maestro también revisa los "diarios" de sus alumnos, almuerza junto a ellos y organiza grupos de trabajo. Cada alumno (35 en promedio) escribe día por medio en su "diario" y el maestro lo lee, escribe comentarios y lo devuelve en el día. Procura que el almuerzo refleje la búsqueda de "igualdad" que caracteriza hoy a Japón (todos, incluido el director, reciben los mismos alimentos) por lo que organiza grupos para la distribución del almuerzo y la limpieza. Hace rotar a sus alumnos en las labores (traer los alimentos, servir a los compañeros, devolver los platos y limpiar las mesas). Excelentes guías de estudio, con muchos ejercicios, facilitan la labor del maestro y reducen el tiempo para preparar la instrucción rutinaria.

A veces el maestro o el director ofrecen excusas a la persona afectada por la conducta de su alumno. Ellos se sienten responsables por sus alumnos fuera de la escuela. Las normas de la escuela regulan muchos aspectos de la vida de los alumnos (presentación, estudios, hábitos y conductas). Una pelea, ofensa o desmán de un alumno suele ser informada a la escuela por testigos responsables. En esos casos los maestros y el director suelen conversar con los padres para resolver en conjunto el problema.

Las revistas de investigación en educación publican más artículos de maestros de aula que de académicos universitarios. El maestro japonés suele observar la clase de algún colega y reunirse después de la jornada a comentar el plan de la clase en relación con lo que ocurrió en la sesión. A veces usan videos para analizar en profundidad ciertas actividades o reacciones. Hay grupos de perfeccionamiento e investigación en cada escuela o entre escuelas cercanas.

Una rotación periódica del personal de las escuelas de la municipalidad amplía y difunde las buenas experiencias. Los administrativos suelen cambiar de escuela cada tres o cuatro años y los profesores cada seis o siete. Cada año se alejan personas que cumplieron su período y llegan otras. Los nuevos, cualquiera sea su experiencia, tienen que familiarizarse con la nueva escuela y construir nuevas relaciones de trabajo, lo que estimula la cooperación y las nuevas ideas.

El salario promedio del maestro es de unas 2,3 veces el ingreso per cápita del Japón y se considera bueno (cercano al 80% del salario de un profesor universitario). Enseñar es profesión de tiempo completo, por lo que el profesor no puede realizar ningún otro trabajo pagado, aun en su tiempo libre.

A pesar del alto aprendizaje, 74% de los alumnos de tercer año de secundaria declara que no le gusta estudiar. Pero la mayoría lo considera importante y hace el esfuerzo. El joven cuya madre tiene tiempo para ayudarlo en sus tareas -las madres pueden apoyar a sus hijos en sus estudios del nivel básico ya que el nivel educacional es alto- y cuya familia tiene recursos para financiar su asistencia a una juku logra aventajar al resto (si realiza el esfuerzo adecuado).

El modelo japonés es exitoso (aunque no entusiasme), pero difícil de aplicar en Chile. Sin embargo, permite examinar nuestra educación desde una nueva perspectiva y apreciar esfuerzos como los que se realizan con las experiencias que se llevan a cabo para atender a las 66 escuelas que se detectaron como críticas en 1999.

1 Comentarios:

At 1:58 p. m., Anonymous Anónimo said...

como el mismo autor del artìculo lo expresa no se pueden hacer comparaciones entre desiguales, sin embargo, en un esfuerzo de anàlisis de sistemas educativos, serìa conveniente e tran`polar y , en su caso adecuar algunos aspectos viables que se puedan modelar de otros sistemas con el propòsito de ponerlos en situaciòn de pilotaje y de acuerdo a los resultados con los ajustes necesarios generalizarlos.

 

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